nº 23/94.- Esa cordial indiferencia

16 de agosto (continuación)

Estoy tan admirada de que él tenga ese poder sobre mi, y esa ignorancia de poseerlo o esa indiferencia por ejercerlo, sin importar las consecuencias!

Y es que hoy, víspera de mi viaje, rememoro la mañana, cuando estoy tan contenta por irme, lejos de responsabilidades y de horarios, me ilusiono, le llamo. Me siento bien y atrevida y me basta con querer sin fin ninguno, porque sí, y se lo escribo.
Y nos reunimos, con la cordial indiferencia en medio; y mis ganas de darle un abrazo fuerte y sincero me las guardo en el bolso. Y aquél que me da, público, en mitad de la calle, le corta
"porque si un conocido nos ve puede interpretar libremente nuestra actitud". Y eso a mí me jode. Ya está el vacío metido en medio de los dos. Ya no importa el café que nos tomamos luego, porque no hay ni una caricia en la mano, ni un poquito de emoción en su despedida.
Ya pierde la tonalidad el color de la vida.

Ya no importa que el bobo de Co. empezase a salir con la hortera de S.
Que el tonto de Jose no me haya llamado, como me había dicho el último día que nos vimos.
En cambio, la infección de la muela se ceba en mis sienes y el dolor aumenta.
Pero todo eso es hoy, porque mañana, o todo lo más pasado mañana, el sol volverá a brillar, como dice Benedetti.

Estoy segura que son sólo unas horas, pero me jode que sean las previas a mi partida de vacaciones, porque son casi lo mejor de las vacaciones. Pero, sobre todo, te jode, chica, que
SOLO con un gesto del Amado Escurridizo, una PEQUEÑA caricia con el dorso de la mano, una FRASE cariñosa, hubiesen bastado para que te fueses contenta a buscar aventuras ahí al lado, a Sanxenxo, como quien se va a las Bermudas...

Sé, LO SÉ, que la misma vida que estaba ahí por la mañana, sigue ahí. Pero el cuerpo necesita horas de sueño. Y mi alma unas horas también, para recuperarse. Es todo. Tranquila, nena, tú vales mucho.
Sólo necesitas creértelo.
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