18 de junio
La noche que conocí a Javier ("javier"... no importa el nombre, ni la persona, fue una circunstancia, un agente) el resorte se accionó, y puso en marcha mi deseo adormecido.
Pero no solo el mío. También el del Amado Escurridizo.
Y esto movió mi imaginación para redactar 2 pág. dignas de la sonrisa vertical.
Pero se ve que no han sido muy efectivas, porque sino hubiera saltado las tapias a pesar de estar vigilado.
Nunca están solos los deseados.
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